Pasito a pasito, a la velocidad y con la inseguridad de un bebé que se suelta por primera vez, pero vamos caminando hacia lo que se ha denominado la «nueva normalidad». Una «nueva normalidad» que quizás nos depare grandes sorpresas, pero que parece que también guardará las buenas cosas de la «vieja normalidad». Ha comenzado la desescalada gastronómica y bienvenida sea. O al menos eso piensan muchos arousanos, que no parecen haber perdido algunas de sus costumbres a la hora de hincarle el diente a las viandas: el churrasco de Rubiáns y los calamares del Tranquilo triunfan en esa desescalada gastronómica.
Juanjo García reconoce que la reapertura ha tenido una recepción extraordinaria. Ha rediseñado su carta a las condiciones del servicio que puede prestar «porque hay que adaptarse», razona, pero la vuelta ha sido espectacular. O Churrasco abrió el lunes al mediodía con la intención de vender únicamente servicios para la hora de la comida. La respuesta rompió los pronósticos. «Hicimos la misma caja que cualquier sábado o domingo en comida para llevar», explica García. Con el mítico churrasco al frente de las peticiones. Y con una lección que el avispado Juanjo aprendió a la primera. «El lunes por la noche estaba en el local leyendo el periódico y el teléfono no paraba de sonar». Así que, desde ayer, las brasas también están encendidas en horario nocturno.